Repudio y dolor en entierro de estudiante del Liceo Padilla
Lo mataron a balazos
Por: Francisco De La Hoz Sarmiento
Por: Francisco De La Hoz Sarmiento
En medio de conmovedoras escenas de profundo dolor, fue sepultado en esta ciudad el cuerpo del joven estudiante de once grado del Liceo Padilla, Carlos Andrés Fernández Moreno, asesinado a bala por sujetos desconocidos cerca a su residencia del barrio José Antonio Galán de la ciudad de Riohacha.
Carlos Andrés, apenas acababa de cumplir 19 años de edad, había llegado junto a sus siete hermanos desde la población de Aguazul en el departamento de Casanare hace ya varios años, tiempo en el que logró cultivar muchas amistadas. También logró destacarse como un estudiante ejemplar, pero por encima de todo, como un joven recto, respetuoso y cumplidor de sus obligaciones.
Uno de sus profesores, el licenciado Jairo Escobar Arregocés, afirma que fue un estudiante dispuesto siempre a cooperar con todas las actividades de la institución, sobre todo en lo lúdico. Nunca se perdió un festival ni nada que tuviera que ver con el arte, se destacaba extraordinariamente en la ejecución de la guitarra.
Para la mayoría de los profesores del Liceo que fueron consultados por este medio de noticias, Carlos Andrés fue estudiante ejemplar, no tenían información de que estuviera en problemas, de que hubiera sido objeto de amenaza, ni en su casa, ni en las actividades escolares.
Sicarios en moto
Como en los restantes casos, el homicidio contra este estudiante de bachillerato, fue perpetrado por asesinos a bordo de una motocicleta, quienes huyeron con la misma facilidad con la que llegaron hasta el lugar.
Era la alegría de la casa
Para Tatiana Fernández, su hermana querida, Carlos Andrés era la alegría de la casa. “El siempre decía que quería estudiar para sobresalir y sacar adelante el resto de su familia. Era la adoración y la alegría de todos en la casa”. Dice además que no tienen información e problemas de su hermano por el que lo hubieran podido perseguir y solo hubo algo en un accidente de tránsito con la moto de uno de los siete hermanos, vehículo que él tomaba en los horarios en donde no estaba en clase para ganarse unos pesos que entregaba en la casa como cooperación para la alimentación de todos. “Eso fue solo un accidente que no creo hubiera dado para mayores problemas, de tal manera que siguen siendo una incógnita, los motivos de su muerte”, dice la hermana.
El llanto de los compañeros
El sepelio de este muchacho que a juicio de os profesores se había contitudfo en el proyecto de un triunfador, fue muy triste, lleno de pesar y de muchas lágrimas.
A Carlos lo lloraron con gritos de impotencia sus amigas del Once C vespertino y lo lloraron con lágrimas mudas sus amigos del once y de muchos cursos, incluso de otras jornadas. A la hora de su despedida hubo escenas de profundo pesar y emociones incontenidas y hasta desmayos por la emoción de la partida de una gran persona.
Aunque existen por lo menos tres versiones sobre la posible motivación del homicidio, ninguna ha sido confirmada por la Policía Nacional, ni los restantes organismos investigativos. Hoy, este es otro muerto que engrosa la cadena de impunidad en Riohacha, en donde la vida ha caído a lo más profundo del hueco de la intolerancia. Hoy y ayer y muy posiblemente mañana, la gente seguirá preguntándose qué pasa con la responsabilidad de nuestros líderes porqué no piden cuentas la Asamblea, el Concejo, la Procuraduría, el Alcalde y el Gobernador? Porqué no se les pide cuentas a los organismos instituidos por Ley de la República para ‘garantizar la vida, los bienes y la honra de los colombianos’?
Carlos Andrés, apenas acababa de cumplir 19 años de edad, había llegado junto a sus siete hermanos desde la población de Aguazul en el departamento de Casanare hace ya varios años, tiempo en el que logró cultivar muchas amistadas. También logró destacarse como un estudiante ejemplar, pero por encima de todo, como un joven recto, respetuoso y cumplidor de sus obligaciones.
Uno de sus profesores, el licenciado Jairo Escobar Arregocés, afirma que fue un estudiante dispuesto siempre a cooperar con todas las actividades de la institución, sobre todo en lo lúdico. Nunca se perdió un festival ni nada que tuviera que ver con el arte, se destacaba extraordinariamente en la ejecución de la guitarra.
Para la mayoría de los profesores del Liceo que fueron consultados por este medio de noticias, Carlos Andrés fue estudiante ejemplar, no tenían información de que estuviera en problemas, de que hubiera sido objeto de amenaza, ni en su casa, ni en las actividades escolares.
Sicarios en moto
Como en los restantes casos, el homicidio contra este estudiante de bachillerato, fue perpetrado por asesinos a bordo de una motocicleta, quienes huyeron con la misma facilidad con la que llegaron hasta el lugar.
Era la alegría de la casa
Para Tatiana Fernández, su hermana querida, Carlos Andrés era la alegría de la casa. “El siempre decía que quería estudiar para sobresalir y sacar adelante el resto de su familia. Era la adoración y la alegría de todos en la casa”. Dice además que no tienen información e problemas de su hermano por el que lo hubieran podido perseguir y solo hubo algo en un accidente de tránsito con la moto de uno de los siete hermanos, vehículo que él tomaba en los horarios en donde no estaba en clase para ganarse unos pesos que entregaba en la casa como cooperación para la alimentación de todos. “Eso fue solo un accidente que no creo hubiera dado para mayores problemas, de tal manera que siguen siendo una incógnita, los motivos de su muerte”, dice la hermana.
El llanto de los compañeros
El sepelio de este muchacho que a juicio de os profesores se había contitudfo en el proyecto de un triunfador, fue muy triste, lleno de pesar y de muchas lágrimas.
A Carlos lo lloraron con gritos de impotencia sus amigas del Once C vespertino y lo lloraron con lágrimas mudas sus amigos del once y de muchos cursos, incluso de otras jornadas. A la hora de su despedida hubo escenas de profundo pesar y emociones incontenidas y hasta desmayos por la emoción de la partida de una gran persona.
Aunque existen por lo menos tres versiones sobre la posible motivación del homicidio, ninguna ha sido confirmada por la Policía Nacional, ni los restantes organismos investigativos. Hoy, este es otro muerto que engrosa la cadena de impunidad en Riohacha, en donde la vida ha caído a lo más profundo del hueco de la intolerancia. Hoy y ayer y muy posiblemente mañana, la gente seguirá preguntándose qué pasa con la responsabilidad de nuestros líderes porqué no piden cuentas la Asamblea, el Concejo, la Procuraduría, el Alcalde y el Gobernador? Porqué no se les pide cuentas a los organismos instituidos por Ley de la República para ‘garantizar la vida, los bienes y la honra de los colombianos’?
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