El Espacio que se cedió y el tiempo que se perdió




Angel Roys Mejía- guajirico@hotmail.com
Un total de 8.872 votos depositó Riohacha para la composición de la actual asamblea departamental, la mitad de una credencial a la alcaldía de la capital, sacrificando de paso su representación en esta corporación de elección popular.
Las asambleas si bien es cierto no son órganos que privilegian la distribución territorial, es un contrasentido político que el municipio con el segundo mas alto potencial electoral carezca de cuota en la duma en detrimento de sus intereses y de la aprobación de sustanciales iniciativas para su progreso.
Puede que Riohacha en la pasada elección no le haya otorgado merito a ninguno de sus hijos para confiarle el deber de servirle en la “cámara” provincial, sin embargo ha hecho historia que el escenario de la asamblea se convierta en el grado previo para optar el camino hacia la alcaldía. Hoy, en la explosión de candidaturas al primer cargo municipal está pesando la imposibilidad de la capital de probar merito político a sus hijos ilustres y en consecuencia, ciudadanos llevados por la espontaneidad y el sentimiento de desgobierno, expresan sin ningún recato “Yo voy”.
Y si por la asamblea llueve por el Concejo no escampa, el alcalde a llevado a cuestas el desempeño de los concejales en la premisa histórica de que a mal alcalde, mal concejo, invisibilizando al equipo de promitentes figuras que están pagando el alto costo público y social de un gobierno con más pena que gloria.
No perdiendo de vista el meollo del asunto, las asambleas son Corporaciones Administrativas de elección popular con autonomía administrativa y presupuestal, cuya función principal es realizar el control político sobre los actos de los Gobernadores, Secretarios de despacho, Gerentes y Directores de Institutos Descentralizados. En esta función fundamental para el cumplimiento de las metas de la administración departamental es menester detenerse en los impactos del presente plan de gobierno y su lectura en resultados para la ciudad capital.

Que se sabe por ejemplo de los alcances del programa la Guajira sin Jamushiri, la cultura ciudadana, la masificación del deporte en Riohacha; que ha reclamado la asamblea en proyectos puntuales a partir del crédito con el banco mundial para inversiones en agua y alcantarillado en la capital, como se están distribuyendo los recursos del fondeg y que debates se han concertado para el análisis de las políticas de seguridad ciudadana.

Aunque hoy por el estilo de gobierno las decisiones de la administración están concentradas en el gobernador, valdría la pena establecer si la asamblea tiene algún indicador que mida el desempeño del equipo de gobierno, si las responsabilidades asignadas se han cumplido, si las figuras públicas de alto crédito que ocupan posiciones en el poder departamental han sido garantía para el avance del departamento, en fin establecer los indicadores políticos del equipo de “La Guajira con Seriedad y Compromiso”

Según la Constitución de 1991, los departamentos están llamados a actuar como el ente intermedio, como la instancia de articulación entre el Estado Nacional y los gobiernos locales. Ha necesitado Riohacha un diputado que ponga al servicio de la capital su credencial y capacidad de foro permanente para aguzar los oídos del alcalde, para que las iniciativas conjuntas tengan un veedor con capacidad de negociación.


Autorizar al gobernador, de conformidad con la Constitución Política y la ley, para celebrar contratos, negociar empréstitos y enajenar bienes. Aquí en esta función es donde se observa la mayor aplicación de los diputados, dado que disminuye el ausentismo y le transfiere un aire de trascendencia a sus decisiones. En este punto, sobreviene la importancia de un diputado que cuestione si las partidas y coberturas de los programas amparan a la ciudad capital.

Lograr una credencial de diputado para la Guajira mas que la puja por votos representa una asombrosa lucha de poderes económicos, se comenta que elevarse con esta presea electoral puede tener un costo cercano a los 400 millones de pesos, cifra que supera lo devengado por los diputados en un periodo institucional, pero lo atractivo está en “ayudarle” a tomar decisiones al gobernador con un presupuesto anual de medio billón de pesos. Es por esta razón que figuras anónimas con escaso reconocimiento departamental son alzados en los hombros de los guajiros para defender sus intereses, especialmente cuando son piezas claves del equilibrio de poder regional.

Una nueva elección está próxima y más de 80 mil electores de Riohacha obraran como jueces públicos para determinar si la suerte actual es la merecida o si se le otorga el especial merito a uno o varios de sus hijos para que ampare sus intereses en la próxima asamblea de diputados.

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