En su ranchería fue sepultado el dirigente wayuu asesinado por sicarios en Riohacha
El debate que había prometido dar a la salud parece morirse junto con él
Por: Francisco De La Hoz Sarmiento
El cuerpo sin vida del dirigente wayuu Luís Alfredo Socarrás Pimienta, no fue exhibido por más de cuatro horas ante sus familiares, amigos y decenas de personas que se acercaron a la clínica de Riohacha a la que fue trasladado con la esperanza de poder reanimarlo. Su abuelo, una autoridad tradicional de Manaure, al igual que sus tías, habían tomado la decisión de impedir necropsia y según su tradición, enterrarlo lo más pronto posible, eso sí, luego de los ritos acostumbrados para que los asesinos, bien materiales o intelectuales, no vayan muy lejos y el crimen no quede en la impunidad.
El execrado hecho se presentó hacia las 7:30 de la noche del martes y cuando eran las once de la noche del mismo día, el cuerpo del aguerrido dirigente de 33 años de edad, nacido en el municipio de Manaure, ya iba camino a su última morada en el cementerio de una de las rancherías de su familia, localizado en el kilómetro siete de la vía que comunica a la ciudad de Riohacha, la capital de la Guajira, con Valledupar.
Los ritos wayuu para asegurarse que los victimarios no vayan muy lejos, son variados y se dan de acuerdo a las circunstancias en las que se presenta el homicidio. Los nativos a la hora de “preparar” el cadáver, no permiten la presencia de “alijunas”. Son las mujeres quienes lo hacen, preferiblemente las tías. Los varones, por muy obstinados que sean o bravos que se encuentren no podrán estar presentes en la “preparación”.
En medio de estos ritos es poco el llanto que se siente y solo cuando van a depositarlo en la bóveda o en el suelo. Se siente el llanto de mujeres y hasta hombres que se cubren el rostro con sus toallas multicolores.
Cuentan que en estos ritos se usan hasta animales que se introducen en los ataúdes para que acompañen el alma del difunto en su encuentro con Maleygua, el ser omnipotente en esta milenaria cultura. Según los animales, así ejercerá su poder sobre el victimario, de tal formas que las aves con sus alas permitirán que siempre este vigilado y así, según la característica del animal. También se hacen amarres de dedos y otros para que los asesinos no puedan caminar mucho.
A Luís lo lloraron muchos. Lo lloraron hombres y mujeres, familiares y amigos que ya lo habían consagrado como un hombre bueno, defensor de sus derechos, aguerrido, pero educado y noble en la batalla por la defensa de los intereses de sus hermanos.
Hace menos de una semana había lanzado severas críticas en contra del sistema de salud, pero principalmente por la forma como se presta la salud en su departamento La Guajira. “En La Guajira, cada alcalde cuando llega trae una IPS bajo el brazo” aseguró en ese encuentro con los diputados y para menos de 24 horas de su muerte, había prometido un debate con las IPS indígenas, en donde anticipó que estaría desnudando una serie de irregularidades que se presentan en el sector. Para el debate en referencia se tenía prevista la presencia de Fiscalía y Procuraduría, pues anticipó serias denuncias que ameritaban intervención de los órganos de control.
El execrado hecho se presentó hacia las 7:30 de la noche del martes y cuando eran las once de la noche del mismo día, el cuerpo del aguerrido dirigente de 33 años de edad, nacido en el municipio de Manaure, ya iba camino a su última morada en el cementerio de una de las rancherías de su familia, localizado en el kilómetro siete de la vía que comunica a la ciudad de Riohacha, la capital de la Guajira, con Valledupar.
Los ritos wayuu para asegurarse que los victimarios no vayan muy lejos, son variados y se dan de acuerdo a las circunstancias en las que se presenta el homicidio. Los nativos a la hora de “preparar” el cadáver, no permiten la presencia de “alijunas”. Son las mujeres quienes lo hacen, preferiblemente las tías. Los varones, por muy obstinados que sean o bravos que se encuentren no podrán estar presentes en la “preparación”.
En medio de estos ritos es poco el llanto que se siente y solo cuando van a depositarlo en la bóveda o en el suelo. Se siente el llanto de mujeres y hasta hombres que se cubren el rostro con sus toallas multicolores.
Cuentan que en estos ritos se usan hasta animales que se introducen en los ataúdes para que acompañen el alma del difunto en su encuentro con Maleygua, el ser omnipotente en esta milenaria cultura. Según los animales, así ejercerá su poder sobre el victimario, de tal formas que las aves con sus alas permitirán que siempre este vigilado y así, según la característica del animal. También se hacen amarres de dedos y otros para que los asesinos no puedan caminar mucho.
A Luís lo lloraron muchos. Lo lloraron hombres y mujeres, familiares y amigos que ya lo habían consagrado como un hombre bueno, defensor de sus derechos, aguerrido, pero educado y noble en la batalla por la defensa de los intereses de sus hermanos.
Hace menos de una semana había lanzado severas críticas en contra del sistema de salud, pero principalmente por la forma como se presta la salud en su departamento La Guajira. “En La Guajira, cada alcalde cuando llega trae una IPS bajo el brazo” aseguró en ese encuentro con los diputados y para menos de 24 horas de su muerte, había prometido un debate con las IPS indígenas, en donde anticipó que estaría desnudando una serie de irregularidades que se presentan en el sector. Para el debate en referencia se tenía prevista la presencia de Fiscalía y Procuraduría, pues anticipó serias denuncias que ameritaban intervención de los órganos de control.
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